domingo, 12 de diciembre de 2010

"Huye Hombre, Huye" Diario de un preso Fíes.

Xose Tarrío Gonzáles/ Prólogo Marcelo Villarroel

“No soy un gemido: soy un grito de guerra desde la interminable noche de las tinieblas carcelarias”

Valparaíso diciembre 2010

¿Cómo no reeditar este libro? ¡Que hacer con esta granada!, que a veces es un revolver y otras una piedra, lanza, onda, escupo, blasfemia, sable, fuego, que es una patada, puñalada, mirada de odio, ansias de venganza, lucha encarnizada contra el poder y el abuso…

Cómo no rendir homenaje a la tenacidad, a la rabia hecha puño, a la cólera que es motín, libertad que es fuga, amor que es abrazo, hermandad que es solidaridad sin límites…

Cómo no querer difundir por esta tierra la dignidad vivida con sangre, con sudor con moretones y grilletes que cortan la piel. Con muros que atrofian el cuerpo que enfrían las mañanas y le tienden una trampa al sol…

Cómo no sentir y transmitir el eco de tus palabras, tú pensar en voz alta para acallar el silencio del aislamiento, para volver loca a la locura…

El valor de este libro radica en la acción, más allá del discurso y la moral libertaria pequeño burguesa y su acomodada fantasía subversiva, del snobismo de la mayoría, de la jactancia de otros cuantos, de las condiciones y momentos históricos de anquilosados traficantes de ideas... Mercenarios de la miseria…

El compromiso esta cumplido, ratificamos la palabra/acción que es el fundamento de nuestras vidas, que es el legado que Xosé Tarrío nos hereda; junto a muchos y muchas que han combatido la prisión hasta el fin…Este proyecto hoy, se materializa y nace como un llamado más allá de la coyuntura y tragedia que azota a los miles de mujeres, hombres, jóvenes y niños, que viven el rigor del encierro, en los infames centros de exterminios de los ricos… Bajo la maldita y asquerosa vocación del carcelero “traficante de hombres ayer, verdugo hoy, proxeneta mañana”

Saludamos a todo(a) s quienes ayudaron a concretar la publicación de este libro, esperamos; y no pretendemos Ser ni los primeros ni los últimos… A quienes informalmente aportaron, con el conocimiento o metiéndose la mano al bolsillo, en fin… A quien desde la cárcel aportó con su experiencia, vertiendo su rebeldía y corazón en un prólogo, evidenciando la influencia irrefutable de este libro/arma, motín y corazón agradecemos su confianza en este proyecto… Para todos y todas quienes odian y combaten desde lo más profundo la cárcel y su tortura aislamiento…

Un abrazo libertario

PRÓLOGO

“Y a pesar ke se dobló, nunka se kebró y dejó huellas imborrables”

A modo de prólogo.

Mucho se dice se muestra, se escribe sobre la kárcel. La mayoría de lo ke se expone redunda en el sensacionalismo indolente de periodistas-policías y cientistas sociales ke sostienen y justifican la institución más perversa kreada para la preservación del Estado moderno y podrida sociedad de klases. Múltiples y cotidianas notas, entrevistas, reportajes y ensayos son parte del menú kon ke se alimenta socialmente el abrumador poder del pensamiento dominante, haciendo que el lenguaje de criminalización de la miseria sea cada vez más drástico y fascista ke el único objetivo perseguido que lo gratifica fielmente en sus intenciones, es aquel que busca el aniquilamiento físico de kienes, por varias razones, debemos enfrentar el encierro como una realidad diaria de sobrevivencia.

Es akí donde aquello de ke “si naciste pobre naciste condenado”, se convierte en la síntesis más certera para poder describir la crudeza de una existencia naturalizada cruelmente como “normal”. Es akí donde todo lo teorizado, publicado y expuesto, por muy crítico ke pueda parecer se vuelve sólo un producto más de la espectacularización de una vivencia kasi imposible de retratar en su real dimensión por la magnitud del desconocimiento concreto ke se tiene sobre el funcionamiento milimétrico de la prisión y de la infinita impunidad con la actúa el poder en estos lugares de encierro, verdaderos campos de concentración modernos, resumideros, centros de experimentación conductual. Sin embargo y a contracorriente de lo ke muchos kisieran, desde dentro del confinamiento hay voces ke se alzan con una claridad conmovedora ke permite reencontrarse con la certeza de una dignidad humana a toda prueba, imposible de ser kebrada y ke nos señala ke en medio de la oscuridad más lúgubre de celdas y calabozos o entre la asepsia más fría y tecnológica del aislamiento moderno, siempre hay voluntad y conciencias ke iluminan ese kamino de ansiosa búsqueda de libertad ke va mucho más allá del mero hecho de volver a transitar las kalles…

Es en esta línea ke el esfuerzo de Xosé Tarrio a través de “Huye hombre Hoye” es kisas, de aquellos ke mejor logran retratar-kuestionar-kombatir al todo diario karcelario, convirtiéndose así en un real testimonio de Resistencia ke va muchísimo más allá del mero ejercicio autorreferencial de la escritura. Akí no hay pretensión de literato, de repletar páginas traficadas komo verídicas con historias prestadas. Akí se escribe kon el corazón y masticando odio, kon tinta de sangre, kon el sudor frío recorriendo el cuerpo lleno de nervios, kon lagrimas de impotencia y todo esto con un esencial y salvaje instinto libertario, contagiosa mezcla ke nos hermana a pesar de los miles kilómetros ke nos separan. Hoy Tarrio nos acompaña desde algún lugar del universo… Físicamente hace un años ke ya no está entre nosotras y nosotros. Pero su historia viva del anarkismo subersivo no es la de los políticamente correctos ke se lo pasan de asamblea en asamblea, de okupa en okupa, teorizando, organizando y discutiendo en torno a plataformas, afinidades esperando el “Gran momento de la revuelta”, sino ke en este libro se plasma con desgarradora previsión el estoicismo silencioso de un kombatiente por la vida ke ha sido una y otra vez estigmatizando y difamando komo mero delinkuente para evitar así ke la potencia de su ejemplo se multiplica, komo inevitablemente se ha venido haciendo diferentes lugares del mundo.

Me toko vivir cerca de 12 años de encierro consecutivos en el mismo tiempo que Tarrio vivía el suyo. Hoy nuevamente estoy tras las rejas hace ya dos años y los libros siempre han sido fieles compañeros, más aún si por historia y por prontuario me toca vivir la prisión dentro de la prisión, vale decir un régimen especial en el ke mis privilegios se reducen a 2 horas de patio al día con custodia directa de 24 hrs. Por tanto, komo fue antes sigue siendo hoy, inevitablemente destino mas cuantas horas diarias a la lectura… una puerta abierta al mundo, una manera de viajar, sed de aprendizaje y mucho más… es así ke “Huye Hombre Huye” es de akellos textos-armas ke valen por miles… han sido años leyendo poemas baratos repletos de consignas lastimeras de viejos presos izkierdistas, así komo testimonio de presos sociales intentando redimirse frente a la sociedad ke los kondena… Pero Tarrio habla haciendo… Resistir, pelear, fugarse, dignidad, Korazon, Kojones… Imaginación, amor, complicidad y lucha permanente… Así es el encierro ke vivimos en Chile, Argentina, Estado Español y donde hayan Rebeldes sociales koncientes de su condición de hijos e hijas subversivas del proletariado. Es vital y necesario ke los y las ke luchan conozcan mucho más de la prisión, ke kienes dicen y hablan de la guerra, se interioricen de kómo hay ke enfrentar la posibilidad cierta de un paso, ni kerido ni buscado, pero altamente posible cuando se activa, se conspira y se vive atakando… No más consignas vacías, ni bravatas al viento, no más improvisación, ni desconocimiento… Sistematizar, aprender, conocer, proyectar paso a paso, persistir pero conociendo kada día poquito más lo ke se vive de este otro lado del Muro ya que nadie sabe kien puede ser el próximo.

“No hay kárcel, ni castigo kapaz de akabar kon sueños de rebeldía y revolución social… Sino es hoy: Kuando? sino somos nosotros: Kienes?” Destruir para konstruir

Marcelo Villarroel Preso Libertario Sección de Máxima Seguridad-CAS Stgo. Chile, Abril 2010.


Para leer "Huye hombre Huye", copiar y pegar link:

http://www.hommodolars.org/web/IMG/pdf/HuyeHombreHuye.pdf







(extraido de www.Hommodolars.org )

11 comentarios:

  1. Os rgalo un capitulo del libro que publicare a finales de este año.:
    El 17 de marzo de 1991, llegó al departamento de Régimen Especial
    de Herrera de la Mancha, Luis Rivas Dávila. Venía en conducción
    de Alcalá-Meco donde lo habían llevado para asistir a un
    juicio por desacato de los que solíamos provocar buscando ocasiones
    de fuga. Totalmente en contra de lo habitual, le pusieron
    en el chabolo contiguo al mío. Nada más llegar, me llamó y, al
    oírle, me asomé a la ventana, hacía frío en Herrera. Nos saludamos
    y me vomitó que el director de Meco y un boqueras muy chivato
    llamado “el Estefanía” le habían propuesto formar un grupo
    para atentar contra los presos políticos a cambio de beneficios
    penitenciarios: “Me han dicho que si secuestramos a los guardias
    para matar a los políticos nos echan a la calle”.
    No me lo podía creer, le pedí que repitiese y él lo hizo con toda
    clase de detalles. Más tarde, supimos que la administración carcelera
    había intentado corromper también a otros compañeros, intentando
    implicarles en ese macabro proyecto de GAL carcelario.
    Aquel día, yo estaba indignado: ¿Por quiénes nos habían tomado?
    Semejante insulto no podía quedar sin respuesta. Me quedé pensando,
    venga a pasear arriba y debajo de la celda, maquinando qué
    hacer. Finalmente, decidimos amotinarnos para darles una respuesta
    adecuada y denunciar sus planes criminales.
    Durante la noche, saqué un pedazo de sierra que tenía en palanca
    y me puse a aserrar el eje de una pieza que servía para mantener
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    cerrado el cangrejo de la puerta de mi celda. Con mantequilla
    como lubricante, fui untando la hoja, procurando que no se calentara
    demasiado ni dejarla enfriar del todo, y fui aserrando la
    pieza de hierro por arriba y por abajo. Cuando lo logré, me pareció
    increíble, el cangrejo se podía abrir ahora sin ninguna dificultad.
    Después, con la antena de cuernos de la televisión, de la que
    corté en bisel, estilo salchichón, varios pedazos, con rotuladores
    de plástico como mango y celo fabriqué cuatro o cinco baldeos.
    En la celda de enfrente estaba Antonio Losa López, a quien le
    había explicado en una carta lo que estaba planeando, y me manifestó
    su acuerdo. Entonces, le envié, igual que había hecho con
    la carta, el pedazo de sierra, atado a un hilo con una moneda en
    el otro extremo, lanzándola por la rendija de debajo de la puerta,
    a través del pasillo, hasta que pasara por debajo de la puerta de
    enfrente. A Losa le expliqué en una nota que tenía que hacer exactamente
    lo mismo que había hecho yo con el eje y que tratase
    con mucho mimo la hoja que ya estaba bastante “castigada”. Así
    lo hizo, usando mantequilla como le había dicho. Sobre el denso
    silencio se podía oír el ras-ras de la sierra cortando, pero, de
    pronto, escuché un crack. Se me vino el mundo encima.
    “Ese Niño, ese Niño”. El compañero me llamaba para confirmarme
    lo que me temía. Le contesté que ya lo había oído, que si
    no le quedaba hoja suficiente. Me dijo que los trozos eran demasiado
    pequeños. Después de incontables idas y venidas por la
    celda, le sugerí que intentase darle una patada en seco al cangrejo.
    Hizo un ruido de mil demonios, pensé que los guardias nos habían
    escuchado. El Conde y yo miramos por las ventanas ya que
    desde las nuestras controlábamos las garitas de los carceleros y
    de la Guardia Civil, y no vimos a nadie. Entonces, Antonio dijo:
    “Ese Niño ya está, ha roto”. ¡Uf! Por fin, se me quitó el nudo del
    estómago.
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  2. entonces
    una asamblea de módulo. Cada uno hablaba con quienes tenía
    más cerca, en voz baja para que no nos oyeran los guardias, y las
    opiniones de todos iban circulando hasta que llegamos a un
    acuerdo. Planeamos que a la mañana siguiente, Rivas Dávila fingiera
    que se le había paralizado un brazo, para que el médico viniera
    a verle, con intención de tomarlo como rehén. Los que
    salieran al patio por la mañana, cuando oyeran la contraseña “café
    molido, cogerían los cuchillos fabricados con pedazos de antena
    que yo habría dejado a su alcance en el alfeizar de la ventana de
    mi chabolo, dentro de un cartucho de leche vacío. El plan tenía
    muchos más detalles de los que algunos llegaron a cumplirse y
    otros no, con los siguientes resultados.
    Losa había roto el conducto de la calefacción al cortar un hierro
    para hacer un cuchillo. Se formó un charco que tuvo que pasar
    toda la noche recogiendo con un trapo, ya que en las celdas no se
    podía tener fregona y los útiles de limpieza estaban en una celda
    destinada a ello. Por la mañana, cuando ya estaba llegando la médico
    para atender a Rivas, Losa dejó que se formara el charco y le
    pidió al boqueras de guardia que le dejara una fregona para recogerlo.
    Cuando llegó el carcelero con la fregona, se encontró con
    que la puerta de Losa no tenía cangrejo y el compañero le puso
    el pincho en el cuello, obligándole a abrir la puerta de mi celda,
    que también estaba ya sin cangrejo.
    En ese momento, la médica ya estaba en el módulo. Losa y yo,
    obligando al boqueras a que nos ayudara, forzamos, con los restos
    de otro de los cangrejos, el de la celda de Rivas, cuya puerta estaba
    abierta para la consulta médica. Previamente, yo había pronunciado
    a través de la ventana de mi celda la contraseña acordada
    con los otros tres compañeros que en ese momento estaban en
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    el patio, José Antonio Valiente Díaz, Laudelino Iglesias Fernández
    y Vicente Sánchez Montañés, “el Cara”. Ellos cogieron los cuchillos
    de la ventana y se hicieron con el carcelero que les estaba vigilando,
    mientras Rivas se quedaba con la médico y los otros dos
    derribábamos, con ayuda del otro boqueras retenido, la reja de
    una de las celdas, golpeándola con los hierros de uno de los cangrejos
    que habíamos desencajado hasta hacerla caer al patio desde
    donde sirvió de escalera para que los que estaban en él pudieran
    subir hasta el módulo.
    Conseguimos abrir también la celda David Martínez Fernández,
    el compañero con quien me había fugado de la cárcel de Alcázar
    de San Juan en navidades del 88. Enseguida, nos dirigimos todos
    con los rehenes hacia la “zona de seguridad” donde se habían
    quedado bloqueados los dos picoletos que había dentro del módulo,
    ya que para salir tendrían que haber pasado por donde estábamos
    nosotros. Hicimos una barricada con los colchones y
    mantas, más que para protegernos, para que no nos vieran, o
    mejor, para ver sin ser vistos. Empezaron a llegar guardias civiles
    gritando, pero se echaron atrás cuando amenazamos con atentar
    contra los rehenes. Exigimos que vinieran el gobernador civil, el
    juez de vigilancia penitenciaria, el director general Antoni Asunción
    y el obispo.
    Se fueron todos y se presentó, muy autoritario, Jesús Del Rey Reguillo,
    alias “el Tirillas” o “El Chatarrero”, director de Herrera.
    Además de ser responsable de todo el daño que nos hacían allí,
    era un tipo malvado, prepotente y altanero. Me acordé de cuando
    me casé con Marimar y, al reprocharle que me hubiera cambiado
    arbitrariamente la fecha de la boda, yo le había dicho: “Te vas a
    cagar”. Y él me respondió con una risita sarcástica: “Esto es invulnerable,
    Ávila”. Le escupí en la cara y le dije que se fuera de
    ahí, que él no era más que un torturador y que viniera en su lugar
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  3. efe se servicios. A éste le entregamos la siguiente tabla reivindicativa:
    1. Cese de torturas en todas las prisiones ya sean de palabra u
    obra
    2. Cese inmediato de los carceleros que nos propusieron en Alcalá-
    Meco que formásemos dentro de la prisión un grupo dirigido
    a asesinar a los presos políticos de mayor peso a cambio de
    mejoras penitenciarias.
    3. Se adecue debidamente el Centro Penitenciario de jóvenes de
    Madrid, donde están siendo trasladados las presos de Yeserías.
    4. Cese de torturas, apaleamientos y malos tratos en el psiquiátrico
    de Alicante (Foncalent), departamento de agudos, donde se
    ata a los internos enfermos durante meses, haciéndose obligatoriamente
    sus necesidades fisiológicas encima, sin acceso a sus
    pertenencias, siendo la mayor responsable la doctora Mari Ángeles
    López.
    5. Investigación veraz y delimitación de responsabilidades de los
    ahorcamientos que se han producido en las prisiones del Estado,
    por la negligencia intencionada de los carceleros, los cuales han
    chantajeado a otros internos con privilegios a cambio de no contribuir
    al esclarecimiento de estos ASESINATOS. Igualmente
    que se movilicen las denuncias por los contagios de SIDA intencionados,
    al mezclar las cuchillas de afeitar y retenérnoslas, para
    después entregárnoslas sin ningún tipo de control.
    6. Inmediata puesta en libertad de todos los presos con dolencias
    mortales, en virtud del artículo 60 del Reglamento Penitenciario.
    7. Que a los presos enfermos de SIDA se les aplique el artículo
    60 cuando el virus se encuentra en una fase media y no cuando
    son cadáveres, como así manifestó el pasado año el Fiscal Ge-
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    neral del Estado, Leopoldo Torres. Tenemos conocimiento de
    su carente espíritu humanitario.
    8. Se suspenda de inmediato el artículo 10 de la L.O.G.P. en su
    primer y segundo punto, por el cual nos tienen años y años en
    primer grado, primera fase R.E. en una celda a sabiendas de que
    el aislamiento genera violencia y ésta más violencia, así el carcelero
    con su violencia nos reinyecta violencia que no deseamos.
    9. Que las sanciones de aislamiento en celda no sean un máximo
    de 42 días; 14 días ya es una barbaridad que sirve para hacer violentas
    a las personas. Solo consiguen que las personas presas se
    hagan invulnerables al castigo.
    10. Que nuestro actual Gobierno no se ensañe con los delincuentes
    circunstanciales (toxicómanos), víctimas de la inundación de
    drogas en el país, y se tenga en cuenta su enfermedad y las dimensiones
    del problema. A los enfermos no se les castiga, se les
    cura.
    11. Que la política penitenciaria no sea progresista solo en teoría
    y cara a la sociedad; que la reinserción como tal no sea un término
    tan abstracto y se vele por la vida, la salud y la integridad
    física de los presos, siempre respetando sus ideales. Que se tenga
    en cuenta también el arraigo social de los presos y puedan cumplir
    sus penas en centro cercanos a sus lugares de residencia.
    12. Que se respete el derecho a la cultura y al deporte, y se fomenten
    más las actividades y trabajos remunerados inexistentes.
    13. Que no se prohíba, a los sancionados, la adquisición de artículos
    de economato.
    14. Que se les guarde el debido respeto y consideración a los familiares
    de los presos cuando se hallan dentro de los recintos penitenciarios.
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  4. 15. Que en la reforma del Código Penal se incluya la posibilidad
    de facilitar la libertad a los internos que tengan cumplidos más
    de 5 años de prisión efectiva.
    16. Que durante la tramitación de los expedientes disciplinarios
    los internos puedan asesorarse de los testigos, abogados y procuradores,
    ya que al encontrarnos indefensos y ante corruptas
    Juntas de Régimen, los carceleros hacen a la vez de jueces y verdugos,
    y las sanciones suponen días, meses, años de cárcel añadidos
    a nuestras condenas. El sufrir indefensión viola la C.E. en
    sus artículos 24 y 119.
    17. Que la política penitenciaria “progresista” sea más generosa
    con los presos “peligrosos” que piden simplemente justicia, y no
    agote su generosidad con los terroristas de ultraderecha y los narcotraficantes.
    18. Que no se nos juzgue por las pasadas retenciones ilegales de
    carceleros, ya que siempre hemos sido incitados y empujados por
    el no funcionamiento de la Administración de Justicia y la Institución
    Penitenciaria.
    Al rato, llegaron dos inspectores de la DGIP y, poco después, la
    Juez de Vigilancia, con uno que parecía su secretario. Nuestra
    única exigencia fue que se hiciera pública la tabla reivindicativa,
    pero ellos se resistieron como gatos panza arriba. Mientras iban
    llegando unos y otros, teníamos que prestar atención a otro problema
    importante. La médico, nada más retenerla, nos había dicho
    que estaba embarazada y que tenía antecedentes de haber abortado
    dos veces. Aunque era una rehén valiosa cuya posesión
    podía detener indefinidamente el asalto, decidimos liberarla, por
    humanidad y por que no se nos pudiera tratar públicamente de
    bestias sin sentimientos.
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    Sólo Rivas estaba en desacuerdo e insistió en que no se la liberase.
    Me vi obligado a desafiarle a meternos los dos en una celda con
    cuchillos, para que el que saliera vivo dirigiera de ahí en adelante
    la negociación. Ante eso, Rivas aceptó la opinión general. Sin embargo,
    todavía tardamos un poco en liberar a la doctora, ya que
    nos dimos cuenta de que los guardias civiles que habían quedado
    en la zona de seguridad estaban bloqueados, pero no en nuestras
    manos, de manera que nuestra posición defensiva, una vez liberada
    la rehén, resultaría demasiado débil.
    Mientras deliberábamos, otra doctora nos proporcionaba medicación
    para su compañera embarazada y un tensiómetro para controlar
    sus constantes vitales. Al final, decidimos liberarla. Me
    abrazaba llorando y nos pedía que tuviéramos cuidado para que
    no nos pasara nada. Decidimos también retroceder enseguida
    hacia el fondo del módulo, donde estaban las celdas, para atrincherarnos
    allí, en una galería que hace un recodo a partir de la
    zona de seguridad, separada del resto de dependencias por una
    cancela. Trasladamos la barricada hasta detrás de la cancela, donde
    la apoyamos, reforzándola con los cangrejos arrancados, y cerramos
    todas las puertas de las celdas para que no pudieran asaltarnos
    a través de ellas desde el patio, menos una que mantuvimos
    abierta como posible refugio en caso de asalto.
    Esto fue alrededor de las ocho de la tarde. A las tres de la madrugada,
    oímos una explosión. Eran los GAR, los picoletos de los
    Grupos Antiterroristas Rurales, que venían a asaltarnos. Habían
    volado la cancela de entrada a la galería con todo lo que habíamos
    puesto como barricada. Nosotros nos refugiamos en la celda que
    había quedado abierta. También hubo algunos tiros y uno de los
    compañeros, Laudelino, resultó herido en una pierna. Estuvimos
    forcejeando un buen rato con el cangrejo de la celda, usando a
    uno de los rehenes como escudo, hasta que los mismos picoletos
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  5. o dejaron inconsciente golpeándole en la cabeza con un bate de
    beisbol, por lo que tuvieron que darle, al parecer, cuarenta puntos
    de sutura.
    Venían como una veintena o más, chillando como posesos, encapuchados
    y armados hasta los dientes. Unos nos apuntaban con
    sus metralletas, mientras el resto, empuñando barras de hierro y
    bates de beisbol, la emprendían a golpes con nosotros. A algunos
    nos dejaron inconscientes y enseguida nos desnudaron y, poniéndonos
    sobre mantas nos arrastraron hasta el vestíbulo de la cárcel.
    Ahí se hacían fotos apuntándonos con sus armas y poniendo sus
    pies sobre nuestros cuerpos como si fuéramos piezas de caza. A
    la mayoría nos fueron llevando en ambulancias al hospital.
    La mañana del día siguiente, unos veinte compañeros del módulo
    1 de Herrera de la Mancha se amotinaron en solidaridad con nosotros.
    Se subieron al tejado y se atrincheraron allí, resistiendo
    hasta las cuatro de la tarde el asalto de la guardia civil, que les
    atacó directamente, al no tener rehenes, con botes de humo y
    bolas de goma, reduciéndolos después a palos. Hubo varios heridos.
    Eran presos jóvenes de corazón ardiente, sin ninguna duda,
    con tantos motivos para rebelarse como nosotros. Habían sido
    trasladados recientemente desde el duro penal de menores de Zamora.
    En la madrugada del 27 de abril, José Antonio Apón Mercader,
    “el Africano”, secuestró durante ocho horas a un carcelero,
    en el módulo 1 (primer grado, primera fase) de Herrera, encerrándose
    con él en una celda para expresar su apoyo a la APRE y exigir
    el cese de las palizas y la desaparición del Régimen Especial.

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  6. Aqui concluye la primera entrega entrega del capitulo que os regalo pero no os lo puse en orden. Intentaré enviarlo correctamente. Lo siento. Lo intento de nuevo. Salud. Desde el principio.
    IX
    El 17 de marzo de 1991, llegó al departamento de Régimen Especial
    de Herrera de la Mancha, Luis Rivas Dávila. Venía en conducción
    de Alcalá-Meco donde lo habían llevado para asistir a un
    juicio por desacato de los que solíamos provocar buscando ocasiones
    de fuga. Totalmente en contra de lo habitual, le pusieron
    en el chabolo contiguo al mío. Nada más llegar, me llamó y, al
    oírle, me asomé a la ventana, hacía frío en Herrera. Nos saludamos
    y me vomitó que el director de Meco y un boqueras muy chivato
    llamado “el Estefanía” le habían propuesto formar un grupo
    para atentar contra los presos políticos a cambio de beneficios
    penitenciarios: “Me han dicho que si secuestramos a los guardias
    para matar a los políticos nos echan a la calle”.
    No me lo podía creer, le pedí que repitiese y él lo hizo con toda
    clase de detalles. Más tarde, supimos que la administración carcelera
    había intentado corromper también a otros compañeros, intentando
    implicarles en ese macabro proyecto de GAL carcelario.
    Aquel día, yo estaba indignado: ¿Por quiénes nos habían tomado?
    Semejante insulto no podía quedar sin respuesta. Me quedé pensando,
    venga a pasear arriba y debajo de la celda, maquinando qué
    hacer. Finalmente, decidimos amotinarnos para darles una respuesta
    adecuada y denunciar sus planes criminales.
    Durante la noche, saqué un pedazo de sierra que tenía en palanca
    y me puse a aserrar el eje de una pieza que servía para mantener
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    cerrado el cangrejo de la puerta de mi celda. Con mantequilla
    como lubricante, fui untando la hoja, procurando que no se calentara
    demasiado ni dejarla enfriar del todo, y fui aserrando la
    pieza de hierro por arriba y por abajo. Cuando lo logré, me pareció
    increíble, el cangrejo se podía abrir ahora sin ninguna dificultad.
    Después, con la antena de cuernos de la televisión, de la que
    corté en bisel, estilo salchichón, varios pedazos, con rotuladores
    de plástico como mango y celo fabriqué cuatro o cinco baldeos.
    En la celda de enfrente estaba Antonio Losa López, a quien le
    había explicado en una carta lo que estaba planeando, y me manifestó
    su acuerdo. Entonces, le envié, igual que había hecho con
    la carta, el pedazo de sierra, atado a un hilo con una moneda en
    el otro extremo, lanzándola por la rendija de debajo de la puerta,
    a través del pasillo, hasta que pasara por debajo de la puerta de
    enfrente. A Losa le expliqué en una nota que tenía que hacer exactamente
    lo mismo que había hecho yo con el eje y que tratase
    con mucho mimo la hoja que ya estaba bastante “castigada”. Así
    lo hizo, usando mantequilla como le había dicho. Sobre el denso
    silencio se podía oír el ras-ras de la sierra cortando, pero, de
    pronto, escuché un crack. Se me vino el mundo encima.
    “Ese Niño, ese Niño”. El compañero me llamaba para confirmarme
    lo que me temía. Le contesté que ya lo había oído, que si
    no le quedaba hoja suficiente. Me dijo que los trozos eran demasiado
    pequeños. Después de incontables idas y venidas por la
    celda, le sugerí que intentase darle una patada en seco al cangrejo.
    Hizo un ruido de mil demonios, pensé que los guardias nos habían
    escuchado. El Conde y yo miramos por las ventanas ya que
    desde las nuestras controlábamos las garitas de los carceleros y
    de la Guardia Civil, y no vimos a nadie. Entonces, Antonio dijo:
    “Ese Niño ya está, ha roto”. ¡Uf! Por fin, se me quitó el nudo del
    estómago.
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  7. unque cada uno estaba encerrado en su celda, se celebró entonces
    una asamblea de módulo. Cada uno hablaba con quienes tenía
    más cerca, en voz baja para que no nos oyeran los guardias, y las
    opiniones de todos iban circulando hasta que llegamos a un
    acuerdo. Planeamos que a la mañana siguiente, Rivas Dávila fingiera
    que se le había paralizado un brazo, para que el médico viniera
    a verle, con intención de tomarlo como rehén. Los que
    salieran al patio por la mañana, cuando oyeran la contraseña “café
    molido, cogerían los cuchillos fabricados con pedazos de antena
    que yo habría dejado a su alcance en el alfeizar de la ventana de
    mi chabolo, dentro de un cartucho de leche vacío. El plan tenía
    muchos más detalles de los que algunos llegaron a cumplirse y
    otros no, con los siguientes resultados.
    Losa había roto el conducto de la calefacción al cortar un hierro
    para hacer un cuchillo. Se formó un charco que tuvo que pasar
    toda la noche recogiendo con un trapo, ya que en las celdas no se
    podía tener fregona y los útiles de limpieza estaban en una celda
    destinada a ello. Por la mañana, cuando ya estaba llegando la médico
    para atender a Rivas, Losa dejó que se formara el charco y le
    pidió al boqueras de guardia que le dejara una fregona para recogerlo.
    Cuando llegó el carcelero con la fregona, se encontró con
    que la puerta de Losa no tenía cangrejo y el compañero le puso
    el pincho en el cuello, obligándole a abrir la puerta de mi celda,
    que también estaba ya sin cangrejo.
    En ese momento, la médica ya estaba en el módulo. Losa y yo,
    obligando al boqueras a que nos ayudara, forzamos, con los restos
    de otro de los cangrejos, el de la celda de Rivas, cuya puerta estaba
    abierta para la consulta médica. Previamente, yo había pronunciado
    a través de la ventana de mi celda la contraseña acordada
    con los otros tres compañeros que en ese momento estaban en
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    el patio, José Antonio Valiente Díaz, Laudelino Iglesias Fernández
    y Vicente Sánchez Montañés, “el Cara”. Ellos cogieron los cuchillos
    de la ventana y se hicieron con el carcelero que les estaba vigilando,
    mientras Rivas se quedaba con la médico y los otros dos
    derribábamos, con ayuda del otro boqueras retenido, la reja de
    una de las celdas, golpeándola con los hierros de uno de los cangrejos
    que habíamos desencajado hasta hacerla caer al patio desde
    donde sirvió de escalera para que los que estaban en él pudieran
    subir hasta el módulo.
    Conseguimos abrir también la celda David Martínez Fernández,
    el compañero con quien me había fugado de la cárcel de Alcázar
    de San Juan en navidades del 88. Enseguida, nos dirigimos todos
    con los rehenes hacia la “zona de seguridad” donde se habían
    quedado bloqueados los dos picoletos que había dentro del módulo,
    ya que para salir tendrían que haber pasado por donde estábamos
    nosotros. Hicimos una barricada con los colchones y
    mantas, más que para protegernos, para que no nos vieran, o
    mejor, para ver sin ser vistos. Empezaron a llegar guardias civiles
    gritando, pero se echaron atrás cuando amenazamos con atentar
    contra los rehenes. Exigimos que vinieran el gobernador civil, el
    juez de vigilancia penitenciaria, el director general Antoni Asunción
    y el obispo.
    Se fueron todos y se presentó, muy autoritario, Jesús Del Rey Reguillo,
    alias “el Tirillas” o “El Chatarrero”, director de Herrera.
    Además de ser responsable de todo el daño que nos hacían allí,
    era un tipo malvado, prepotente y altanero. Me acordé de cuando
    me casé con Marimar y, al reprocharle que me hubiera cambiado
    arbitrariamente la fecha de la boda, yo le había dicho: “Te vas a
    cagar”. Y él me respondió con una risita sarcástica: “Esto es invulnerable,
    Ávila”. Le escupí en la cara y le dije que se fuera de
    ahí, que él no era más que un torturador y que viniera en su lugar
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  8. fe se servicios. A éste le entregamos la siguiente tabla reivindicativa:
    1. Cese de torturas en todas las prisiones ya sean de palabra u
    obra
    2. Cese inmediato de los carceleros que nos propusieron en Alcalá-
    Meco que formásemos dentro de la prisión un grupo dirigido
    a asesinar a los presos políticos de mayor peso a cambio de
    mejoras penitenciarias.
    3. Se adecue debidamente el Centro Penitenciario de jóvenes de
    Madrid, donde están siendo trasladados las presos de Yeserías.
    4. Cese de torturas, apaleamientos y malos tratos en el psiquiátrico
    de Alicante (Foncalent), departamento de agudos, donde se
    ata a los internos enfermos durante meses, haciéndose obligatoriamente
    sus necesidades fisiológicas encima, sin acceso a sus
    pertenencias, siendo la mayor responsable la doctora Mari Ángeles
    López.
    5. Investigación veraz y delimitación de responsabilidades de los
    ahorcamientos que se han producido en las prisiones del Estado,
    por la negligencia intencionada de los carceleros, los cuales han
    chantajeado a otros internos con privilegios a cambio de no contribuir
    al esclarecimiento de estos ASESINATOS. Igualmente
    que se movilicen las denuncias por los contagios de SIDA intencionados,
    al mezclar las cuchillas de afeitar y retenérnoslas, para
    después entregárnoslas sin ningún tipo de control.
    6. Inmediata puesta en libertad de todos los presos con dolencias
    mortales, en virtud del artículo 60 del Reglamento Penitenciario.
    7. Que a los presos enfermos de SIDA se les aplique el artículo
    60 cuando el virus se encuentra en una fase media y no cuando
    son cadáveres, como así manifestó el pasado año el Fiscal Ge-
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    neral del Estado, Leopoldo Torres. Tenemos conocimiento de
    su carente espíritu humanitario.
    8. Se suspenda de inmediato el artículo 10 de la L.O.G.P. en su
    primer y segundo punto, por el cual nos tienen años y años en
    primer grado, primera fase R.E. en una celda a sabiendas de que
    el aislamiento genera violencia y ésta más violencia, así el carcelero
    con su violencia nos reinyecta violencia que no deseamos.
    9. Que las sanciones de aislamiento en celda no sean un máximo
    de 42 días; 14 días ya es una barbaridad que sirve para hacer violentas
    a las personas. Solo consiguen que las personas presas se
    hagan invulnerables al castigo.
    10. Que nuestro actual Gobierno no se ensañe con los delincuentes
    circunstanciales (toxicómanos), víctimas de la inundación de
    drogas en el país, y se tenga en cuenta su enfermedad y las dimensiones
    del problema. A los enfermos no se les castiga, se les
    cura.
    11. Que la política penitenciaria no sea progresista solo en teoría
    y cara a la sociedad; que la reinserción como tal no sea un término
    tan abstracto y se vele por la vida, la salud y la integridad
    física de los presos, siempre respetando sus ideales. Que se tenga
    en cuenta también el arraigo social de los presos y puedan cumplir
    sus penas en centro cercanos a sus lugares de residencia.
    12. Que se respete el derecho a la cultura y al deporte, y se fomenten
    más las actividades y trabajos remunerados inexistentes.
    13. Que no se prohíba, a los sancionados, la adquisición de artículos
    de economato.
    14. Que se les guarde el debido respeto y consideración a los familiares
    de los presos cuando se hallan dentro de los recintos penitenciarios.

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  9. 15. Que en la reforma del Código Penal se incluya la posibilidad
    de facilitar la libertad a los internos que tengan cumplidos más
    de 5 años de prisión efectiva.
    16. Que durante la tramitación de los expedientes disciplinarios
    los internos puedan asesorarse de los testigos, abogados y procuradores,
    ya que al encontrarnos indefensos y ante corruptas
    Juntas de Régimen, los carceleros hacen a la vez de jueces y verdugos,
    y las sanciones suponen días, meses, años de cárcel añadidos
    a nuestras condenas. El sufrir indefensión viola la C.E. en
    sus artículos 24 y 119.
    17. Que la política penitenciaria “progresista” sea más generosa
    con los presos “peligrosos” que piden simplemente justicia, y no
    agote su generosidad con los terroristas de ultraderecha y los narcotraficantes.
    18. Que no se nos juzgue por las pasadas retenciones ilegales de
    carceleros, ya que siempre hemos sido incitados y empujados por
    el no funcionamiento de la Administración de Justicia y la Institución
    Penitenciaria.
    Al rato, llegaron dos inspectores de la DGIP y, poco después, la
    Juez de Vigilancia, con uno que parecía su secretario. Nuestra
    única exigencia fue que se hiciera pública la tabla reivindicativa,
    pero ellos se resistieron como gatos panza arriba. Mientras iban
    llegando unos y otros, teníamos que prestar atención a otro problema
    importante. La médico, nada más retenerla, nos había dicho
    que estaba embarazada y que tenía antecedentes de haber abortado
    dos veces. Aunque era una rehén valiosa cuya posesión
    podía detener indefinidamente el asalto, decidimos liberarla, por
    humanidad y por que no se nos pudiera tratar públicamente de
    bestias sin sentimientos.
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    Sólo Rivas estaba en desacuerdo e insistió en que no se la liberase.
    Me vi obligado a desafiarle a meternos los dos en una celda con
    cuchillos, para que el que saliera vivo dirigiera de ahí en adelante
    la negociación. Ante eso, Rivas aceptó la opinión general. Sin embargo,
    todavía tardamos un poco en liberar a la doctora, ya que
    nos dimos cuenta de que los guardias civiles que habían quedado
    en la zona de seguridad estaban bloqueados, pero no en nuestras
    manos, de manera que nuestra posición defensiva, una vez liberada
    la rehén, resultaría demasiado débil.
    Mientras deliberábamos, otra doctora nos proporcionaba medicación
    para su compañera embarazada y un tensiómetro para controlar
    sus constantes vitales. Al final, decidimos liberarla. Me
    abrazaba llorando y nos pedía que tuviéramos cuidado para que
    no nos pasara nada. Decidimos también retroceder enseguida
    hacia el fondo del módulo, donde estaban las celdas, para atrincherarnos
    allí, en una galería que hace un recodo a partir de la
    zona de seguridad, separada del resto de dependencias por una
    cancela. Trasladamos la barricada hasta detrás de la cancela, donde
    la apoyamos, reforzándola con los cangrejos arrancados, y cerramos
    todas las puertas de las celdas para que no pudieran asaltarnos
    a través de ellas desde el patio, menos una que mantuvimos
    abierta como posible refugio en caso de asalto.
    Esto fue alrededor de las ocho de la tarde. A las tres de la madrugada,
    oímos una explosión. Eran los GAR, los picoletos de los
    Grupos Antiterroristas Rurales, que venían a asaltarnos. Habían
    volado la cancela de entrada a la galería con todo lo que habíamos
    puesto como barricada. Nosotros nos refugiamos en la celda que
    había quedado abierta. También hubo algunos tiros y uno de los
    compañeros, Laudelino, resultó herido en una pierna. Estuvimos
    forcejeando un buen rato con el cangrejo de la celda, usando a
    uno de los rehenes como escudo, hasta que los mismos picoletos
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  10. dejaron inconsciente golpeándole en la cabeza con un bate de
    beisbol, por lo que tuvieron que darle, al parecer, cuarenta puntos
    de sutura.
    Venían como una veintena o más, chillando como posesos, encapuchados
    y armados hasta los dientes. Unos nos apuntaban con
    sus metralletas, mientras el resto, empuñando barras de hierro y
    bates de beisbol, la emprendían a golpes con nosotros. A algunos
    nos dejaron inconscientes y enseguida nos desnudaron y, poniéndonos
    sobre mantas nos arrastraron hasta el vestíbulo de la cárcel.
    Ahí se hacían fotos apuntándonos con sus armas y poniendo sus
    pies sobre nuestros cuerpos como si fuéramos piezas de caza. A
    la mayoría nos fueron llevando en ambulancias al hospital.
    La mañana del día siguiente, unos veinte compañeros del módulo
    1 de Herrera de la Mancha se amotinaron en solidaridad con nosotros.
    Se subieron al tejado y se atrincheraron allí, resistiendo
    hasta las cuatro de la tarde el asalto de la guardia civil, que les
    atacó directamente, al no tener rehenes, con botes de humo y
    bolas de goma, reduciéndolos después a palos. Hubo varios heridos.
    Eran presos jóvenes de corazón ardiente, sin ninguna duda,
    con tantos motivos para rebelarse como nosotros. Habían sido
    trasladados recientemente desde el duro penal de menores de Zamora.
    En la madrugada del 27 de abril, José Antonio Apón Mercader,
    “el Africano”, secuestró durante ocho horas a un carcelero,
    en el módulo 1 (primer grado, primera fase) de Herrera, encerrándose
    con él en una celda para expresar su apoyo a la APRE y exigir
    el cese de las palizas y la desaparición del Régimen Especial.
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  11. Ahora si, ahi lo teneís completo y en orden uno de los capítulos de los 15 de que constara el libro que está a punto de publicarse. Aún no le tengo título pero será algo sobre la APRE Asociacion de Presos en Régimen Especial, como miembro fundador e iran diferentes secuestros, motines y fugas,las tres q me fugué e intentos varios x secuestro, a la carrera, cortando barrotes, etc. Abrazos libertarios. SALUD!.

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